La jornada de ayer volvió a teñirse de sangre en Túnez y de nuevo los fundamentalistas islámicos fueron los desencadenantes de otra masacre en el país en el que comenzó todo el periplo de las primaveras árabes que se han convertido con el paso del tiempo en inviernos sombríos y aciagos que sólo y únicamente traen más sangre, horror y sufrimiento a las poblaciones.
El terrorismo islamista lejos de detenerse va a más y cada día que pasa lo tenemos más cerca de nosotros. En Oriente Medio y parte de África campa a sus anchas y en importantes centros urbanos europeos empieza a hacerse fuerte en barrios que se han convertido en verdaderos guetos donde la integración en una sociedad occidental, democrática y laica brilla por su ausencia y lo único que pretenden es crear sus estaditos islámicos dentro de Europa donde la sharia sea la que marque la vida de todos los ciudadanos.
Ya he comentado en varias ocasiones que el gran problema que tenemos nos lo han creado nuestros dirigentes corruptos que nos han vendido como esclavos a las dictaduras genocidas, terroristas y asesinas del Golfo por un puñado de contratos con los sátrapas de los petrodólares. Los iraníes, enemigos acérrimos de éstos, tampoco se quedan cortos en su fundamentalismo sectario.
Lo ocurrido en Túnez es muy grave, porque el pequeño estado norteafricano había conseguido crear un embrión significativo de algo parecido a una democracia más o menos laica y al margen de cualquier dictadura religiosa sectaria. Han atacado su centro de gravedad, el sector turístico, una de sus principales fuentes de financiación y a partir de ahora, veremos como van evolucionando los acontecimientos. Occidente debería apoyar con todas sus fuerzas y recursos a estos países que quieren abrazar la democracia y pretenden vivir en paz y armonía con sus vecinos y su entorno.
Es una verdadera fatalidad que en pleno siglo XXI el fanatismo religioso y el odio que siguen expandiendo los financiadores del terrorismo internacional y que se ocupan de callar bocas con suculentos sobornos a nuestros corruptos dirigentes europeos, sigan teniendo cabida en un mundo que se encamina, o así quiero creerlo yo, a un futuro sin guerras y donde la paz y la convivencia sean los estandartes de nuestras sociedades, aunque conforme va pasando el tiempo esta ilusión se va convirtiendo poco a poco en una quimera, casi inalcanzable.
No entraré en el tema ya demasiado manido sobre los musulmanes, el terrorismo y el fundamentalismo islámico porque ya lo he comentado en la serie de entradas sobre lo que ocurre en Siria e Irak, donde musulmanes kurdos, iraquíes y sírios, están luchando precisamente contra este fundamentalismo que sólo representa los intereses de países terroristas como los que hemos mencionando antes.
Y dentro de lo malo me quedo con la actitud positiva y enérgica del pueblo tunecino que se ha echado a las calles para defender su democracia frente al terrorismo yihadista.
La imagen de una de estas concentraciones la encontré en Google.
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