Como la actualidad nacional es bastante simple y podría resumirse en que Bárcenas debe robar otros 200.000 euros para salir en libertad provisional (hoy ya está fuera) y que el pequeño Nicolás ya tiene Twitter, nos centraremos en un conflicto que da la impresión que no va a tener fin en el medio plazo. Una guerra que con diferente intensidad se viene librando desde finales de los años 60 en la Península Arábiga.
Hablamos de Yemen, donde un nuevo golpe de estado, según algunos y el asedio y confinamiento de la presidencia por parte e un grupo rebelde, ha puesto por el momento el broche final a una situación insostenible donde varias facciones competían por el poder y ninguna de ellas conseguía sumar las fuerzas necesarias para constituirse como poder hegemónico.
Lo que ocurre en Yemen desde hace ya demasiados años no es más que una prolongación más del conflicto ya endémico que mantienen en el mundo islámico los chiitas con Irán al frente y los sunitas con Arabia Saudí en vanguardia.
Resumiendo mucho, deberíamos hacer una pequeña recopilación de los hechos que han conducido a esta nueva escalada violenta: Yemen es el país más pobre de la Península Arábiga, rodeado de estados que nadan en petrodólares. Tiene muy poco petróleo y lo poco que exporta a duras penas le sirve para comprar víveres para alimentar a su población que crece a un ritmo desmesurado. Mientras que en cualquier conflicto clásico dos bandos se pelean por obtener un fin, en este caso es diferente y tenemos en liza 3 bandos o incluso 4 si incluimos a Al Qaeda de la Península Arábiga, autores del atentado a la sede de Charlie Hebdo, entre otros crímenes.
Los rebeldes houthis son a priori la fuerza más potente sobre el terreno y se trata de una unión de tribus chiitas zaidíes. Controlan varias gobernaciones o provincias en el país y su número de efectivos no está muy claro. Hay fuentes que hablan de 1000, aunque otras, elevan esta cifra hasta los 100.000. El Gobierno apuntalado por Arabia Saudí, vive desde la primavera árabe de 2011 en continua inestabilidad tras la salida del dictador y su sustitución por un títere nuevo. En el Sur principalmente se han hecho fuertes los independentistas que se mantienen en guerra con unos y otros, aunque con treguas intermitentes. Y por si faltara algo, Al Qaeda de la Península Arábiga que pretenden llevar el fundamentalismo al país y que, aunque van por libre sin un ejército propiamente dicho, su actividad terrorista y su preponderancia en todo el país, lo convierte en un protagonista más de todo este caso en el que se ha convertido el país.
Lo último que conocemos es que da la impresión que el presidente cautivo en su palacio se ha plegado a las exigencias de los rebeldes que rodean su complejo y se aviene a modificar la constitución a petición de éstos. No obstante todo lo que va llegando está plagado de imprecisiones y será prudente esperar unos días para saber qué es lo que realmente ha sucedido y está sucediendo. Finalmente esta tarde el presidente ha decidido dimitir, aunque el parlamento no lo ha admitido.
Aunque podríamos centrarnos en el foco principal de Yemen, no debe hacernos olvidar que este conflicto es un foco más de la guerra global que mantienen chiitas y sunitas en todo el mundo islámico. La importancia de Yemen cobra protagonismo por el hecho de mantener una amplia frontera con Arabia Saudí. Si una facción chiita consiguiera consolidarse en el país y en el Gobierno, Arabía Saudí tendría al enemigo a sus puertas y eso intentarán evitarlo cueste lo que cueste, aunque en este caso, al existir tantos bandos enfrentados entre sí, tantos intereses contrapuestos y tanta inestabilidad incluso dentro de cada uno de los grupos contendientes, resulta harto complicado establecer acuerdos o pactos que se respeten en el tiempo.
Te recomiendo leer este documento en PDF, donde nos explican en detalle la situación de Yemen desde comienzos del siglo XX hasta la actualidad y sus perspectivas de futuro.
Las imágenes las encontré en American Progress y en Euronews.
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