Seguramente ya te habrás enterado de la existencia de unos cuanto golfos y sinvergüenzas que estuvieron viviendo a nuestra costa con las tarjetas Black de Caja Madrid, mientras saqueaban la entidad y, una vez conseguido e intervenida por el Estado, se estuvieron puliendo nuestros dinero, mientras permitían permitían y fomentaban la estafa de las Preferentes con un buen número de ciudadanos que confiaron en ellos.
Lo ocurrido en Caja Madrid ha ocurrido a lo largo del país a través de todas las Cajas, en las que sinvergüenzas y golfos con otros nombres han desvalijado el patrimonio de todos.
Tal como comenté a poco de llegar Rajoy a la Moncloa, si no metía en la cárcel a toda esta panda de estafadores y ladrones, su presidencia carecía de sentido y el tiempo me ha confirmado que Don Mariano era simplemente un títere puesto ahí para seguir permitiendo las mayores tropelías contra los ciudadanos.
Lo ocurrido en Caja Madrid no es sino el paradigma de un país enfermo, por no decir muerto, que padece una clase dirigente que como un cáncer maligno, quiere devorar todo el país hasta que no quede nada.
Escucho estos días a jetas de diverso pelaje político justificar el uso de las tarjetas opacas y me entran arcadas al verlos o escucharlo porque no se puede defender ningún tipo de argumentación, mientras se lo llevaban crudo al mismo tiempo que exigían recortes y más recortes al resto de la ciudadanía.
Lo curioso del caso es que se las apañaron de forma tan ladina que técnicamente sus canalladas no son delito por eso de elaborar leyes que sólo y únicamente favorezcan a la casta y lleven a la cárcel, a la indigencia y a la penuria o el ostracismo al resto de ciudadanos que somos tratados poco menos que como esclavos o siervos de la gleba de los que deben vivir y nunca, nunca beneficiar en nada, sino todo lo contrario.
No será delito, pero no sé cómo debe calificarse a un individuo que se lleva cientos de miles de euros al año, mientras permite que los menos favorecidos tengan que buscarse la vida en la calle bajo puentes y a la vera de contenedores de basura. La respuesta que se me ocurre, seguro que está contemplada en el Código Penal, de modo que la dejaré a que tu imaginación la encuentre.
¿Te imaginas España sin golfos y sinvergüenzas de esta calaña? Todo sería absolutamente diferente, pero está en nuestras manos que las castas de gentuza que hemos estado soportando desde hace tantos siglos, dejen de jodernos una y otra vez.
Las imágenes corresponden a la artista neoyorquina Laurie Lipton.
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