Esta tarde ha sido portada en todos los medios digitales. El ladrón Jordi Puyol ha comparecido en el Parlamento catalán para seguir contando mentiras y continuar justificando el patrimonio que el y su banda de malhechores obtuvo como botín a costa de todos los españoles.
Tampoco creas que me esperaba gran cosa de esta pantomima. Lo lógico sería que hubiera llegado, se hubiera sentado, hubiera agachado la cabeza poco antes de decir algo así:
Si, he robado todo lo que ha descubierto la policía y está investigando la fiscalía y Hacienda. Me han pillado. Lo siento mucho. Hasta luego.
De ese modo hubiera quedado un poco más digno. Con la sarta de mentiras y acusaciones a diestro y siniestro, amenazas veladas y una actitud desafiante, lo único que ha conseguido es convertirse en poco más que un despojo humano, una sombra difuminada de lo que llego a ser y un muñeco del pim, pam, pum, de la ciudadanía cabreada que lo recibió y lo despidió al grito de lo que precisamente es "ladrón", un vulgar ladrón que encabezó una banda para robarle a todos los ciudadanos y privarles de muchos de sus derechos porque con toda seguridad muchas plantas de hospital, ambulancias, carreteras, hospitales, colegios, guarderías, etc, no pudieron entrar en funcionamiento porque este miserable corrupto se llevó ese dinero a sus paraísos fiscales de confianza.
No sé qué pasará al final en el caso Puyol, aunque me temo que se irá de rositas como los corruptos habituales de la casta política, pero al menos socialmente no creo que sea un personaje muy deseado ni siquiera para jugar como pareja en una partida de dominó.
Esta semana se marchó con cajas destempladas otro personaje despreciable del régimen. Gallardón, que llegó prometiendo que cambiaría la Justicia y vaya que la cambió. Defendiendo a capa y espada a corruptos y bandas de delincuentes de variado pelaje que pululan por la administración española. Si todavía le queda algo de dignidad, podría presentarse en el juzgado de guardia que le pille más cerca, para confesar sus delitos como cómplice de la banda Urdangarín/Borbón, a la que le dio un buen fajo de billetes por nada y que extrajo, cuando era alcalde, de la caja común de todos los madrileños.
Pocas lágrimas he visto, oído o leído tras su marcha. Durante su etapa al frente del ministerio, sólo entorpeció la labor de los jueces, tasificó la justicia en contra de los ciudadanos y con su errores u omisiones fueron excarcelados cientos de delincuentes variados: terroristas, narcotraficantes, pederastas, violadores, asesinos, etc. En último término, éstos deberían ser los únicos que lamenten su marcha. Y mejor no hablar de la Ley del Aborto que quiso poner en marcha y que había conseguido encabronar a todos.
Y este es el panorama que tenemos. Ayer mismo los corruptos de Izquierda Unida, se negaron por tercera vez a iniciar una comisión de investigación de los ERES en Andalucia, Otros que le han cogido el gustillo a la corrupción y prefieren mantenerse en el régimen que defender a los ciudadanos que les han votado. Luego que no se quejen si les dan una patada en el culo en las próximas elecciones, porque son exactamente iguales que PSOE, PP y nacionalistas del latrocinio.
Como las imágenes de estas piltrafas humanas no haría sino deslucir la imagen del blog, te dejo para ilustrar estas líneas una imagen del fotógrafo surrealista norteamericano Christopher McKenney que encontré en Lomography.
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