A través de Twitter me llegó una información que en un principio creía que era una coña, pero que al final resultó ser real como la vida misma.
El salto de Falete en Splash! reune al 41,4% de los telespectadores era el titular de la noticia que ya publicaban varios medios del ramo.
El dato es impactante, pero no se refiere a toda la población, sino a la gente que en esos momentos estaba amorrada a la pantalla.
En varias ocasiones hemos hablado de los paradigmas que suponen ciertos hechos que ocurren en nuestro país sin solución de continuidad. En un principio me sorprendí, después lo pensé mejor y finalmente reflexioné y supe que no pasaba nada, que todo era correcto, que estábamos en España.
En un país en donde albergamos ya a 6 millones de parados que han perdido su puesto de trabajo y que difícilmente conseguirán encontrar otro, todo empieza a cuadrar. Perder el trabajo en España no es como perder las llaves, que las puedes encontrar luego en cualquier momento. Aqui, ahora mismo, cualquiera que pasa de los 25 o 30 años ya está muerto laboralmente.
Seis millones de ciudadanos que tienen cada jornada el reto de rellenar 24 horas de su tiempo, genera este tipo de comportamientos que tampoco me parecen tan extraños,
Evidentemente no se les pide que pasen de ver el salto de Falete a empezar a leer a Dostoievski, pero supongo que habrá un término medio.
Creo que en España estamos viviendo la época dorada del surrealismo con una sociedad que cada jornada que pasa se acerca más y más a la esquizofrenia colectiva. Y ésto en el caso de que no hayamos llegado ya.
Se dan un montón de paradojas ahora mismo que confluyen, como si de círculos concéntricos se tratara, en un estado de pasotismo, de apatía, de haber llegado al cúlmen del nihilismo.
Y, entiéndeme, no les reprocho en absoluto que decidan dedican parte de su vida a ver la televisión o a ver como salta Falete, que me parece una ocupación tan normal como cualquier otra, ver volar a pájaros sentados en un banco, ver como las olas rompen en la playa u observar a los peatones desenvolverse entre el tráfico. Cada uno elije sus ocupaciones libremente, quizás sería recomendable que se dedicaran a algo más productivo, incluso en el ámbito del ocio, pero los comprendo cada día mejor. Ya han arrojado la toalla. Han pasado de la ilusión a la decepción y a la nada.
Ellos saben ya muy bien que en la tele no encontrarán nada que merezca la pena y lo asumen. Tienen la certeza de ello y lo asumen con naturalidad. Han pasado ya la fase en la que pulsaban excitados el mando a distancia en busca de algún canal que ofrezca algo diferente. Ellos son los elegidos. Han alcanzado casi la perfección de saber que no hay nada más, que todo es lo mismo, que ya no merece la pena gastar energías pulsando un botón. Todo es lo mismo, Todo es nada,
La imagen corresponde a una obra del pintor surrealista Ole Fick y el vídeo en Youtube.
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