Estos días me estoy dedicando a leer. Había un par de libros que tenía pendientes y el sábado los compré y me he puesto ya manos a la obra. La Catedral del mar de Ildefonso Falcones era una de esas novelas que tenía pendientes y que sabía que me gustarían. Ayer empecé a leerla y desde las primeras páginas engancha. No voy a desvelar nada de la trama, pero con el título te puedes ya hacer una idea del contenido.
Al estar ambientada en Cataluña y más concretamente en Barcelona, me está recordando muchas cosas. Incluso aparecen algunos apellidos que me son muy familiares como los Joaniquet, uno de los de mi familia materna.
Muchos han querido comparar La Catedral del mar con Los Pilares de la tierra, pero creo que hay bastantes más ingredientes que las diferencian que los que las acercan.
Como siempre suele ocurrir en las novelas históricas, la lucha encarnizada entre clases está presente en la obra. El bien y el mal, el bondadoso frente al maligno, es una constante, no sólo en las novelas, sino en la propia vida.
Leyendo las páginas de estas novelas compruebas que, salvo algunos detalles, en pleno siglo XXI los poderosos siguen machacando a los más desfavorecidos.
Aún me queda más de un tercio del libro. En cuanto lo termine escribiré alguna pequeña reseña.
Si te estás preguntando por el otro libro que compré el sábado, se trata de El Fuego de Katherine Neville. Es la continuación de El Ocho, un libro que también me encantó.
Como te he dicho en alguna ocasión, a la hora de elegir lecturas, no me muevo por listas de éxitos o por críticas, voy por libre. Ya sé que los dos libros llevan bastante tiempo entre nosotros, pero ha sido ahora cuando ha llegado el momento de leerlos.
Quizás me estoy centrando últimamente demasiado en novelas históricas, pero en estos momentos es lo que me pide el cuerpo. Ya llegarán los tiempos en los que busque algo más elaborado.
La imagen de la portada de La Catedral del mar, la encontré en Jaesver.
Al estar ambientada en Cataluña y más concretamente en Barcelona, me está recordando muchas cosas. Incluso aparecen algunos apellidos que me son muy familiares como los Joaniquet, uno de los de mi familia materna.
Muchos han querido comparar La Catedral del mar con Los Pilares de la tierra, pero creo que hay bastantes más ingredientes que las diferencian que los que las acercan.
Como siempre suele ocurrir en las novelas históricas, la lucha encarnizada entre clases está presente en la obra. El bien y el mal, el bondadoso frente al maligno, es una constante, no sólo en las novelas, sino en la propia vida.
Leyendo las páginas de estas novelas compruebas que, salvo algunos detalles, en pleno siglo XXI los poderosos siguen machacando a los más desfavorecidos.
Aún me queda más de un tercio del libro. En cuanto lo termine escribiré alguna pequeña reseña.
Si te estás preguntando por el otro libro que compré el sábado, se trata de El Fuego de Katherine Neville. Es la continuación de El Ocho, un libro que también me encantó.
Como te he dicho en alguna ocasión, a la hora de elegir lecturas, no me muevo por listas de éxitos o por críticas, voy por libre. Ya sé que los dos libros llevan bastante tiempo entre nosotros, pero ha sido ahora cuando ha llegado el momento de leerlos.
Quizás me estoy centrando últimamente demasiado en novelas históricas, pero en estos momentos es lo que me pide el cuerpo. Ya llegarán los tiempos en los que busque algo más elaborado.
La imagen de la portada de La Catedral del mar, la encontré en Jaesver.
1 comentario:
Hola Fran:
Me alegra saber que no soy de las últimas en gozar de este libro.... Me lo compré (despistadamente ) a la par con La mano de Fátima- justo un día después de su presentación en Córdoba y a dos días de haber pasado por ahí durante nuestras vacaciones. No he podido evitar pensar que antes del 2 va el 1... en fin, que ha sido una gratísima sorpresa, pues es verdad que te engancha como muy pocas veces me ha pasado. Me alegra haberme tropezado así tan torpemente con pedazo de libro.
Curiosamente a mí también me suena un nombre en especial: Arnau, que aunque somos mexicanos, lo descubrí y me apropié de él, llamando así a mi hijo. Quién lo diría.
Saludos compañero de lectura!
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