Con la tristeza de leer una vez más que un militar español, canario para más señas, ha muerto en Afganistan y con la incredulidad de comprobar otra vez que ejércitos equipados con lo último no pueden acabar con los talibanes fundamentalistas con un equipamiento más limitado, sigo con esta entrada aunque sin dejar la incredulidad que siento al leer todo lo que va saliendo sobre el famoso caso Gürtel.
En cualquier país normal y corriente, los delincuentes son acusados, encausados y procesados y posteriormente encarcelados por el peso de las pruebas del delito.
Aquí no. El PP, una de las ramas de la coalición sectaria PP-PSOE que se encargó hace tiempo de adormilar a todo un país y que ahora se limita a mantener a toda la población en estado vegetativo mientras sus amos y señores nos siguen robando a manos llenas, se ha metido en un berenjenal del que dudo que puedan salir, aunque vuelvo a subrayar que estamos en España y que en un país bananero como el nuestro y en cuestiones de justicia, lo blanco es negro y lo negro es blanco. Nada es lo que parece y lo que parece se queda en nada. Todo sea por seguir adelante con la secta política.
Me apena mucho observar como algunos siguen jugando al gato y al ratón con estos casos y no se centran en lo verdaderamente importante: la corrupción generalizada de nuestro sistema político.
Mientras una rama del PP-PSOE está metida en problemas sus detractores juegan a que son los malos y viceversa.
El caso Gürtel no viene sino a confirmar una vez más, la miseria política que existe en España, donde los delincuentes encuentran un perfecto acomodo en organizaciones mafiosas que única y exclusivamente velan por sus intereses, los de su secta y los amos que les permiten estar ahí como brazos ejecutores de sus fechorías.
Vengo observando de un tiempo a esta parte que el estado durmiente de el país cada vez lo percibe más gente y siguen sin entender por qué no se hace nada.
No abogo por tirarse al monte con los kalakas al hombro, pero si de mostrar la indignación que sentimos todos al comprobar como cada día nos suben los impuestos y los precios de casi todo, perdemos puestos de trabajo como una hemorragia sin fin y cada día los sueldos son tan limitados que apenas nos llega para pagar un alquiler y la comida. ¿Es esto un país moderno? Un país de la Champions?
El caso Gürtel nos enseña otra vez que hay españoles de primera, de segunda y de tercera. ¿No somos todos iguales ante la ley? Por qué no se encausa a políticos que están directamente relacionados con la trama y se deja en manos de tribunales, cuyos miembros han sido elegidos por los mismos a los que tienen que enjuiciar?
Aquí en Canarias, desde donde escribo, los dirigentes populares han tenido la habilidad o la suerte de haber salido absolutamente indemnes de flagrantes casos de corrupción, que de una u otra forma se han encontrado con jueces que han decidido curiosamente que no hay nada por lo que meterles mano.
En la imagen un cinturón o correa, traducción de la palabra alemana Gürtel, en mayúscula en este caso por dar nombre a una trama de corrupción que tan bien conoces.
En cualquier país normal y corriente, los delincuentes son acusados, encausados y procesados y posteriormente encarcelados por el peso de las pruebas del delito.
Aquí no. El PP, una de las ramas de la coalición sectaria PP-PSOE que se encargó hace tiempo de adormilar a todo un país y que ahora se limita a mantener a toda la población en estado vegetativo mientras sus amos y señores nos siguen robando a manos llenas, se ha metido en un berenjenal del que dudo que puedan salir, aunque vuelvo a subrayar que estamos en España y que en un país bananero como el nuestro y en cuestiones de justicia, lo blanco es negro y lo negro es blanco. Nada es lo que parece y lo que parece se queda en nada. Todo sea por seguir adelante con la secta política.
Me apena mucho observar como algunos siguen jugando al gato y al ratón con estos casos y no se centran en lo verdaderamente importante: la corrupción generalizada de nuestro sistema político.
Mientras una rama del PP-PSOE está metida en problemas sus detractores juegan a que son los malos y viceversa.
El caso Gürtel no viene sino a confirmar una vez más, la miseria política que existe en España, donde los delincuentes encuentran un perfecto acomodo en organizaciones mafiosas que única y exclusivamente velan por sus intereses, los de su secta y los amos que les permiten estar ahí como brazos ejecutores de sus fechorías.
Vengo observando de un tiempo a esta parte que el estado durmiente de el país cada vez lo percibe más gente y siguen sin entender por qué no se hace nada.
No abogo por tirarse al monte con los kalakas al hombro, pero si de mostrar la indignación que sentimos todos al comprobar como cada día nos suben los impuestos y los precios de casi todo, perdemos puestos de trabajo como una hemorragia sin fin y cada día los sueldos son tan limitados que apenas nos llega para pagar un alquiler y la comida. ¿Es esto un país moderno? Un país de la Champions?
El caso Gürtel nos enseña otra vez que hay españoles de primera, de segunda y de tercera. ¿No somos todos iguales ante la ley? Por qué no se encausa a políticos que están directamente relacionados con la trama y se deja en manos de tribunales, cuyos miembros han sido elegidos por los mismos a los que tienen que enjuiciar?
Aquí en Canarias, desde donde escribo, los dirigentes populares han tenido la habilidad o la suerte de haber salido absolutamente indemnes de flagrantes casos de corrupción, que de una u otra forma se han encontrado con jueces que han decidido curiosamente que no hay nada por lo que meterles mano.
En la imagen un cinturón o correa, traducción de la palabra alemana Gürtel, en mayúscula en este caso por dar nombre a una trama de corrupción que tan bien conoces.
2 comentarios:
El Gürtel huele cada vez peor. Lo malo que se quedará en nada. Tienen a todo el sistema de su parte y se irán todos de rositas. Ya lo verán
Yo alucino con este país. Cada vez más estafas, corrupciones y delincuentes de guante blanco y de los otros y aquí todos echándose la siesta.
Se lo tienen bien merecido.
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