Estoy pensando seriamente cambiarle el nombre al blog. Banco de Esperantia suena mejor y además como banco podré salir de la crisis mucho antes porque los bancos, son los primeros que atienden los gobiernos a la hora de prestar ayudas, hagan lo que hagan, culpables o no de la crisis.
Estos días, como viene siendo tristemente habitual, seguimos con la metódica procesión de malas noticias económicas, paro, escasez, apatía económica, crisis y más crisis.
En un artículo anterior comentaba de coña las condiciones de Crónicas de Esperantia jugando con la que está cayendo, pero lejos de acercarse mínimamente a la realidad, es más bien todo lo contrario. Los colegas periodistas están cayendo como fichas de dominó y están engrosando por legiones las listas del paro. Hace un mes fue 20 minutos, hace 15 días ADN, ayer ABC y lo que queda.
Leí un artículo muy esclarecedor sobre periodistas que me hizo reflexionar: los que nos dedicamos a esta profesión o estudiamos para dedicarnos a ella, vivimos en un mundo irreal donde las noticias siempre las protagonizan otros y nosotros somos algo así como testigos, a menudo asépticos de los hechos como si estuviéramos inmunizados ante todo tipo de noticias y las viéramos desde otra óptica, desde una atalaya especial que nos sirviera de parapeto ante todo lo que ocurre.
Pero, a poco que eches un vistazo, también somos parte de la sociedad y somos protagonistas de las noticias, en este caso hemos sido tristemente los sujetos de demasiadas noticias relacionadas con cierres, recorte de plantillas, etc. Del corporativismo, asociacionismo entre nosotros, casi mejor no hablar, para no derramar más lágrimas de impotencia.
También es cierto que no somos ni más ni menos importantes que el resto de parados que esta oleada mensual de febrero se ha llevado por delante: soldadores, carpinteros, conductores, oficinistas, albañiles y mil y una profesiones se han dejado un montón de gente por el camino este mes.
Quizás en mi caso, como fui protagonista durante la década de los 90 de todos los recortes, fusiones, cierres, reducciones de personal y demás contingencias negativas posibles, estoy ya vacunado y ya veo la vida desde otro punto de vista y me busco la vida por libre, pero reconozco que es penosísimo acometer la travesía del desierto del paro, el desánimo, la apatía, y comprobar como, al igual que en el Monopoly, después de haber recorrido un buen trecho de vida profesional, vuelves a la casilla de salida para empezar de nuevo desde cero.
Recuerdo ahora los tiempos en los que mantenía una sección de teatro en un programa magazine en radio y en el que todos los integrantes del colectivo teatral me insistían que la crisis teatral no les afectaba mucho porque estaban en crisis desde las primeras representaciones de los dramaturgos griegos, de modo que las dificultades para ellos venían ya implícitas.
La prensa, que no ha estado en crisis hasta ahora, va a tener que hacer un ejercicio imaginativo de primer nivel si quiere seguir subsistiendo. Estructuras excesivamente ancladas en un modelo de negocio caduco y que ya no da más de sí, están lastrando las empresas y han abierto un inmenso boquete por donde la hemorragia se está llevando lo mejor de cada casa.
No soy quien para dar consejos, pero observo cada vez una brecha más acentuada entre el periodista analógico y el digital. Dos personalidades que a pesar de haber accedido a través de los mismos estudios a la profesión, han creado dos subespecies que, al igual que nuestros ancestros han ido evolucionando de forma diferente.
Quizás la clave en todo este asunto esté en que la subespecie analógica consiga desevolucionar y acercarse y ponerse a la altura de la subespecie digital. Esta desvinculación entre las dos subespecies no sólo afecta a los periodistas, también ha afectado enormemente a los gestores de las empresas que se han anclado peligrosamente a un modelo que ahora mismo en el siglo XXI, está condenado a la extinción.
Podría extenderme mucho para explicar las diferencias entre ambas subespecies, pero básicamente mientras la primera considera Internet y las nuevas tecnologías como algo complementario y absolutamente precindible, la subespecie periodística digital las contempla como una herramienta fundamental e interactúa con ella como parte de su hábitat natural.
Por cierto, malas noticias para los amantes del tenis como yo. El viento, la lluvia y en general el mal tiempo han aconsejado suspender esta primera jornada de la eliminatoria de Copa Davis entre España y Serbia, que se celebra en Benidorm. Habrá que esperar a una doble sesión el sábado y el domingo, o si persiste el mal tiempo, incluso llegar hasta el lunes.
La imagen la encontré en Ciberprensa.
Estos días, como viene siendo tristemente habitual, seguimos con la metódica procesión de malas noticias económicas, paro, escasez, apatía económica, crisis y más crisis.
En un artículo anterior comentaba de coña las condiciones de Crónicas de Esperantia jugando con la que está cayendo, pero lejos de acercarse mínimamente a la realidad, es más bien todo lo contrario. Los colegas periodistas están cayendo como fichas de dominó y están engrosando por legiones las listas del paro. Hace un mes fue 20 minutos, hace 15 días ADN, ayer ABC y lo que queda.
Leí un artículo muy esclarecedor sobre periodistas que me hizo reflexionar: los que nos dedicamos a esta profesión o estudiamos para dedicarnos a ella, vivimos en un mundo irreal donde las noticias siempre las protagonizan otros y nosotros somos algo así como testigos, a menudo asépticos de los hechos como si estuviéramos inmunizados ante todo tipo de noticias y las viéramos desde otra óptica, desde una atalaya especial que nos sirviera de parapeto ante todo lo que ocurre.
Pero, a poco que eches un vistazo, también somos parte de la sociedad y somos protagonistas de las noticias, en este caso hemos sido tristemente los sujetos de demasiadas noticias relacionadas con cierres, recorte de plantillas, etc. Del corporativismo, asociacionismo entre nosotros, casi mejor no hablar, para no derramar más lágrimas de impotencia.
También es cierto que no somos ni más ni menos importantes que el resto de parados que esta oleada mensual de febrero se ha llevado por delante: soldadores, carpinteros, conductores, oficinistas, albañiles y mil y una profesiones se han dejado un montón de gente por el camino este mes.
Quizás en mi caso, como fui protagonista durante la década de los 90 de todos los recortes, fusiones, cierres, reducciones de personal y demás contingencias negativas posibles, estoy ya vacunado y ya veo la vida desde otro punto de vista y me busco la vida por libre, pero reconozco que es penosísimo acometer la travesía del desierto del paro, el desánimo, la apatía, y comprobar como, al igual que en el Monopoly, después de haber recorrido un buen trecho de vida profesional, vuelves a la casilla de salida para empezar de nuevo desde cero.
Recuerdo ahora los tiempos en los que mantenía una sección de teatro en un programa magazine en radio y en el que todos los integrantes del colectivo teatral me insistían que la crisis teatral no les afectaba mucho porque estaban en crisis desde las primeras representaciones de los dramaturgos griegos, de modo que las dificultades para ellos venían ya implícitas.
La prensa, que no ha estado en crisis hasta ahora, va a tener que hacer un ejercicio imaginativo de primer nivel si quiere seguir subsistiendo. Estructuras excesivamente ancladas en un modelo de negocio caduco y que ya no da más de sí, están lastrando las empresas y han abierto un inmenso boquete por donde la hemorragia se está llevando lo mejor de cada casa.
No soy quien para dar consejos, pero observo cada vez una brecha más acentuada entre el periodista analógico y el digital. Dos personalidades que a pesar de haber accedido a través de los mismos estudios a la profesión, han creado dos subespecies que, al igual que nuestros ancestros han ido evolucionando de forma diferente.
Quizás la clave en todo este asunto esté en que la subespecie analógica consiga desevolucionar y acercarse y ponerse a la altura de la subespecie digital. Esta desvinculación entre las dos subespecies no sólo afecta a los periodistas, también ha afectado enormemente a los gestores de las empresas que se han anclado peligrosamente a un modelo que ahora mismo en el siglo XXI, está condenado a la extinción.
Podría extenderme mucho para explicar las diferencias entre ambas subespecies, pero básicamente mientras la primera considera Internet y las nuevas tecnologías como algo complementario y absolutamente precindible, la subespecie periodística digital las contempla como una herramienta fundamental e interactúa con ella como parte de su hábitat natural.
Por cierto, malas noticias para los amantes del tenis como yo. El viento, la lluvia y en general el mal tiempo han aconsejado suspender esta primera jornada de la eliminatoria de Copa Davis entre España y Serbia, que se celebra en Benidorm. Habrá que esperar a una doble sesión el sábado y el domingo, o si persiste el mal tiempo, incluso llegar hasta el lunes.
La imagen la encontré en Ciberprensa.
3 comentarios:
Estimado Fran,
Energ&renovE Bank le da la bienvenida al mundo del buitreo financiero. :))
Claro, Jorge, es la única forma de salir de la crisis. Hacerse un buitre como ellos. Es la única solución que se me ha ocurrido.
Saludos y perdona por no contestar antes. Estoy a piñón con mil cosas.
Si no puedes con la guerra, conviértete en guerra. Lo decía el filósofo este... Rambo.
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