No sé si en alguna época de tu vida te has topado con rachas de buena o mala suerte. Yo sí. Son temporadas en las que todo te sale bien o todo te sale mal sin que haya condicionantes externos o internos que puedan modificar esta tendencia. Un día termina la racha y vuelves a un estado normal o comienza otra temporada con la suerte cambiada.
Siendo razonables podríamos pensar que la suerte no existe y que el trabajo bien hecho, la dedicación a algo y la constancia terminan por dar sus frutos, pero esa teoría dista mucho de ser cierta.
En muchas ocasiones he pensado en la suerte y he hablado de ello con muchas personas. Quizás el relato que más me llamó la atención fue el que me contó un escritor canario, ya mayor, que vivió la guerra civil española en el bando republicano y estuvo a punto de ser fusilado 3 veces. En cada una de ellas la suerte lo salvó in extremis por una circunstancia o por otra y me aseguró que él en la vida había tenido la suerte de cara. Al margen de salvar la vida durante la guerra milagrosamente, el resto de su existencia estaba jalonada por hechos positivos que habían marcado positivamente su vida. Su historia es muy curiosa.
En mi caso no he sido tan afortunado y me he tenido que conformar con rachas de suerte, digamos normal, periodos de mala suerte y mini rachitas de suerte loca.
Hace algún tiempo, una amiga me vaticinó que, según los planetas estaba teniendo una temporada de mala suerte que iba a terminar y que le sucedería otra temporada casi tan larga de buena suerte. Soy muy escéptico con esas cosas, pero estoy observando que hay algo que no sé como definir que marca los periodos vitales de las personas.
Suerte lo que se dice suerte sería no jugar a la lotería nunca y encontrarse tirado en el suelo en la calle y boleto premiado con 40 millones de euros, por ejemplo. Si juegas, la suerte es mucho menor porque al aceptar las reglas del juego y comprar tu boleto cabe la posibilidad de que te toque, una posibilidad remota, pero mayor que si no juegas.
Hay momentos en tu vida en los que llegas a un mostrador donde debes resolver algún tipo de papeleo y siempre eres el primero. Estás siempre en el momento adecuado para ese trabajo de ensueño que deseas. Da la impresión que en todo momento existe un aparcamiento reservado para ti, aunque haya decenas de personas buscando lo mismo. Necesitas resolver un problema y, si no se resuelve por sí mismo, te lo resuelven de inmediato. Cuestiones de toda índole que con la suerte en contra te cuesta varios meses solucionar, con la suerte a favor se resuelve en horas o incluso en minutos.
Y no es cuestión de actitud. Todos supongo que tendremos siempre una actitud positiva ante la vida y que permanentemente buscamos lo mejor, pero existe algo que muchos llaman suerte, que se interpone en el camino de unos y otros para ejercer su influjo positivo o negativo ante cada situación.
La literatura e incluso el cine están plagados de historias con la suerte como protagonista. La suerte que les sobra a algunos les falta a otros, y todavía no tengo muy claro si la suerte se genera o se nace con ella.
He encontrado algunos argumentos más o menos racionales sobre la suerte e incluso un enlace a un experimento sobre sincronicidad. Carl Jung intentó establecer a través del principio de Sincronicidad la relación de casualidades.
Quizás al final de todo, la suerte (buena o mala) sólo esté en nuestra mente y continuamente reprogramemos nuestros cerebros para que las cosas vayan en un sentido u otro. ¿Quién sabe?
De todos modos si realmente buscas la suerte, yo sé dónde puedes encontrarla. Pero no se lo digas a nadie:-))
La imagen la encontré en Google buscando por suerte. No tiene mucho que ver, pero me gustó y aquí te la dejo. La encontré en Luis Prada.
Siendo razonables podríamos pensar que la suerte no existe y que el trabajo bien hecho, la dedicación a algo y la constancia terminan por dar sus frutos, pero esa teoría dista mucho de ser cierta.
En muchas ocasiones he pensado en la suerte y he hablado de ello con muchas personas. Quizás el relato que más me llamó la atención fue el que me contó un escritor canario, ya mayor, que vivió la guerra civil española en el bando republicano y estuvo a punto de ser fusilado 3 veces. En cada una de ellas la suerte lo salvó in extremis por una circunstancia o por otra y me aseguró que él en la vida había tenido la suerte de cara. Al margen de salvar la vida durante la guerra milagrosamente, el resto de su existencia estaba jalonada por hechos positivos que habían marcado positivamente su vida. Su historia es muy curiosa.
En mi caso no he sido tan afortunado y me he tenido que conformar con rachas de suerte, digamos normal, periodos de mala suerte y mini rachitas de suerte loca.
Hace algún tiempo, una amiga me vaticinó que, según los planetas estaba teniendo una temporada de mala suerte que iba a terminar y que le sucedería otra temporada casi tan larga de buena suerte. Soy muy escéptico con esas cosas, pero estoy observando que hay algo que no sé como definir que marca los periodos vitales de las personas.
Suerte lo que se dice suerte sería no jugar a la lotería nunca y encontrarse tirado en el suelo en la calle y boleto premiado con 40 millones de euros, por ejemplo. Si juegas, la suerte es mucho menor porque al aceptar las reglas del juego y comprar tu boleto cabe la posibilidad de que te toque, una posibilidad remota, pero mayor que si no juegas.
Hay momentos en tu vida en los que llegas a un mostrador donde debes resolver algún tipo de papeleo y siempre eres el primero. Estás siempre en el momento adecuado para ese trabajo de ensueño que deseas. Da la impresión que en todo momento existe un aparcamiento reservado para ti, aunque haya decenas de personas buscando lo mismo. Necesitas resolver un problema y, si no se resuelve por sí mismo, te lo resuelven de inmediato. Cuestiones de toda índole que con la suerte en contra te cuesta varios meses solucionar, con la suerte a favor se resuelve en horas o incluso en minutos.
Y no es cuestión de actitud. Todos supongo que tendremos siempre una actitud positiva ante la vida y que permanentemente buscamos lo mejor, pero existe algo que muchos llaman suerte, que se interpone en el camino de unos y otros para ejercer su influjo positivo o negativo ante cada situación.
La literatura e incluso el cine están plagados de historias con la suerte como protagonista. La suerte que les sobra a algunos les falta a otros, y todavía no tengo muy claro si la suerte se genera o se nace con ella.
He encontrado algunos argumentos más o menos racionales sobre la suerte e incluso un enlace a un experimento sobre sincronicidad. Carl Jung intentó establecer a través del principio de Sincronicidad la relación de casualidades.
Quizás al final de todo, la suerte (buena o mala) sólo esté en nuestra mente y continuamente reprogramemos nuestros cerebros para que las cosas vayan en un sentido u otro. ¿Quién sabe?
De todos modos si realmente buscas la suerte, yo sé dónde puedes encontrarla. Pero no se lo digas a nadie:-))
La imagen la encontré en Google buscando por suerte. No tiene mucho que ver, pero me gustó y aquí te la dejo. La encontré en Luis Prada.
2 comentarios:
Yo no creo en la suerte, sino en el trabajo constante y en las casualidades de la vida. La suerte es ganar algo sin haberlo merecido, como la lotería, sin esfuerz. Pero el trabajo diario es el que rinde frutos en el fututo, solo que a veces ese futuro está muy lejano y no le vemos color, pero la constancia es la mejor suerte que podemos tener, no desfallecer ante las rachas de siembra y crudo sol o frío invierno, al final la hierba reverdece. Yo he pasado 50 años de mi vida catastróficos y ahora, cuando me parecía que solo me quedaba morirme, he empezado a recoger los frutos de toda una vida. Un saludo
Es un placer saludarte, Sofi. Además somos paisanos. Yo soy de Huesca, aunque vivo aquí en Canarias.
Estoy de acuerdo contigo en lo básico y creo que el trabajo constante, la dedicación y el esfuerzo traen lo que llamamos buena suerte. Eso es actitud más que suerte.
Yo me refería a esas rachas extrañas que vivimos en las que todo parece ir bien o mal y que, a pesar de la actitud, no cambia en un sentido u otro.
Me alegro mucho que estés recogiendo tus frutos.
Gracias por el comentario y bienvenida al blog.
Besos
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