Me habían hablado del programa Callejeros de Cuatro y como la televisión es algo que ya de por sí me repele, no le había prestado mucha atención, pero el otro día, casi por casualidad, encontré en Youtube enlaces a programas completos y por curiosidad les eché un vistazo. Elegí uno en el que contaban las peripecias de algunos de los habitantes de un barrio marginal de una ciudad en la que había una fauna muy pintoresca.
Gente que mayoritariamente vivía en chabolas auto construidas en una tarde con materiales que encontraban por ahí. Un empalme aquí, una manguera allá y ya tienes electricidad y saneamiento o algo que se le parece. Casas de 100 euros tirando por lo alto que conformaban un hábitat sin orden ni concierto donde faltaba de casi todo lo necesario, pero en las que los monitores de televisión de plasma ponían el toque modernista al conjunto.
El resto del paisaje lo componían algunas decenas de ratas y unos cuantos cientos de cucarachas que disfrutaban a sus anchas en los vertederos de basura que, a modo de jardín, completaban el cuadro.
Los niños sin escolarizar, las familias con uno o varios miembros en el talego y las mil y una formas de trapichear para conseguir algo de dinero eran el presente continuo sin ningún futuro de barriadas dejadas de la mano de Dios.
Lo pasé mal por los niños que llegan al mundo en medio de familias que no se merecen y se convierten como sus progenitores en carne de presidio o de cementerio a muy temprana edad. En medio de tanta miseria, sin embargo era posible encontrar algo de luz y alguien seguía luchando para salir del pozo.
Por esas cosas que tiene el destino y enlace tras enlace me topé con otro programa completo de Callejeros titulado "Las casas de los ricos". Casas descomunales que costaban cifras mareantes y que tenían todas las estupideces inservibles con las que suelen rodearse los horteras con pasta.
¡Qué contraste más abismal,pensé: En este programa hablan de lo más parecido al infierno y en el otro da la impresión que estás en el paraíso.
Eso sí. Había algo en común: Los monitores de televisión de nivel en los dos programas. En el de las postrimerías del infierno lo compartían con las ratas y las cucarachas, en el segundo salía mediante un mecanismo del medio del césped.
Curiosamente los primeros sobreviven de mala manera y a los segundos les importa todo un pimiento porque no tienen que preocuparse prácticamente de nada.
Quizás ninguno de ellos pueda disfrutar de la normalidad de la existencia, esa que vivimos casi todos y que intenté resumir hace algún tiempo en esta frase que puse en boca de alguno de los personajes de mis cuentos: "La vida es el arte de ir solucionando problemas sucesivamente, mientas van llegando otros nuevos"
La imagen de una de las imágenes del programa la encontré en Vaya Tele.
Gente que mayoritariamente vivía en chabolas auto construidas en una tarde con materiales que encontraban por ahí. Un empalme aquí, una manguera allá y ya tienes electricidad y saneamiento o algo que se le parece. Casas de 100 euros tirando por lo alto que conformaban un hábitat sin orden ni concierto donde faltaba de casi todo lo necesario, pero en las que los monitores de televisión de plasma ponían el toque modernista al conjunto.
El resto del paisaje lo componían algunas decenas de ratas y unos cuantos cientos de cucarachas que disfrutaban a sus anchas en los vertederos de basura que, a modo de jardín, completaban el cuadro.
Los niños sin escolarizar, las familias con uno o varios miembros en el talego y las mil y una formas de trapichear para conseguir algo de dinero eran el presente continuo sin ningún futuro de barriadas dejadas de la mano de Dios.
Lo pasé mal por los niños que llegan al mundo en medio de familias que no se merecen y se convierten como sus progenitores en carne de presidio o de cementerio a muy temprana edad. En medio de tanta miseria, sin embargo era posible encontrar algo de luz y alguien seguía luchando para salir del pozo.
Por esas cosas que tiene el destino y enlace tras enlace me topé con otro programa completo de Callejeros titulado "Las casas de los ricos". Casas descomunales que costaban cifras mareantes y que tenían todas las estupideces inservibles con las que suelen rodearse los horteras con pasta.
¡Qué contraste más abismal,pensé: En este programa hablan de lo más parecido al infierno y en el otro da la impresión que estás en el paraíso.
Eso sí. Había algo en común: Los monitores de televisión de nivel en los dos programas. En el de las postrimerías del infierno lo compartían con las ratas y las cucarachas, en el segundo salía mediante un mecanismo del medio del césped.
Curiosamente los primeros sobreviven de mala manera y a los segundos les importa todo un pimiento porque no tienen que preocuparse prácticamente de nada.
Quizás ninguno de ellos pueda disfrutar de la normalidad de la existencia, esa que vivimos casi todos y que intenté resumir hace algún tiempo en esta frase que puse en boca de alguno de los personajes de mis cuentos: "La vida es el arte de ir solucionando problemas sucesivamente, mientas van llegando otros nuevos"
La imagen de una de las imágenes del programa la encontré en Vaya Tele.
Me encanta este programa.De los únicos que merecen la pena en la televisión actual.
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