No. No me refiero a los gañanes que se encierran en casas, a los gañanes que los ven o a los gañanes que los programan, donde una serie de neuronas huérfanas aisladas en cerebros vacíos intentan agruparse junto a otras neuronas también huérfanas en otros cerebros manifiestamente mejorables para fusionarse entre ellas para crear una mente sana, lúcida y con un coeficiente intelectual que no se caiga de los gráficos.
Me refiero al Gran Hermano de la novela 1984 de Georges Orwell en la que a mediados del siglo XX, en 1949, dibujaba un futuro escalofriante al que estamos llegando a pasos agigantados en los comienzos del siglo XXI.
Ya no se trata de las típicas dictaduras de uno u otro signo que se lían a mamporrazos, a llenar las cárceles y a crear sistemas policíacos. No. Eso forma parte de la historia. Ahora la técnica es aislar a los individuos para hacerlos más débiles y, de esta forma limitar su fuerza como colectivo para robarles su dinero, integrarlos en el redil y anularlos absolutamente para que vivan felices y contentos en un estado de democracia absoluta virtual en la que no hay democracia, ni derechos, ni valores pero que, merced a la propaganda, te hacen sentir como un ser privilegiado.
Actualmente ni siquiera los políticos tienen en su mano el cambiar el sistema porque se encuentran atados por las grandes corporaciones multinacionales que hacen y deshacen a su antojo y suben y bajan precios a su conveniencia con falacias como la de la subida del precio de los cereales por el uso de los biocombustibles u otras del mismo cariz.
Disquisiciones banales y estúpidas por el uso o colocación de banderas o la adopción de tal o cual medida ornamental se llevan el grueso de las discusiones en parlamentos, congresos y ayuntamientos cuyo resultado es siempre el mismo: No resolver nunca la cuestión clave que se plantean a diario millones de ciudadanos : ¿Por qué no puedo tener una casa y vivir de mi sueldo con un salario normal?
La respuesta, lejos de acercarse a solucionar el problema viene cada mes con el enésimo atraco de las compañías telefónicas, los robos que perpetran los bancos o el latrocinio incesante que los grandes de la distribución cometen en productores y consumidores.
La imagen de Georges Orwell presidiendo una gran pantalla la encontré en Forumlibertas.
Ya no se trata de las típicas dictaduras de uno u otro signo que se lían a mamporrazos, a llenar las cárceles y a crear sistemas policíacos. No. Eso forma parte de la historia. Ahora la técnica es aislar a los individuos para hacerlos más débiles y, de esta forma limitar su fuerza como colectivo para robarles su dinero, integrarlos en el redil y anularlos absolutamente para que vivan felices y contentos en un estado de democracia absoluta virtual en la que no hay democracia, ni derechos, ni valores pero que, merced a la propaganda, te hacen sentir como un ser privilegiado.
Actualmente ni siquiera los políticos tienen en su mano el cambiar el sistema porque se encuentran atados por las grandes corporaciones multinacionales que hacen y deshacen a su antojo y suben y bajan precios a su conveniencia con falacias como la de la subida del precio de los cereales por el uso de los biocombustibles u otras del mismo cariz.
Disquisiciones banales y estúpidas por el uso o colocación de banderas o la adopción de tal o cual medida ornamental se llevan el grueso de las discusiones en parlamentos, congresos y ayuntamientos cuyo resultado es siempre el mismo: No resolver nunca la cuestión clave que se plantean a diario millones de ciudadanos : ¿Por qué no puedo tener una casa y vivir de mi sueldo con un salario normal?
La respuesta, lejos de acercarse a solucionar el problema viene cada mes con el enésimo atraco de las compañías telefónicas, los robos que perpetran los bancos o el latrocinio incesante que los grandes de la distribución cometen en productores y consumidores.
La imagen de Georges Orwell presidiendo una gran pantalla la encontré en Forumlibertas.
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