El caso de la niña británica Madeleine McCann, desaparecida en Portugal, ha proporcionado la dosis de morbo del final del verano que necesitaban las marujas (machos y hembras) para seguir viviendo y poder así mantener su vida vegetativa frente a la caja tonta.
Las televisiones se han puesto las botas estos días y han desplegado un arsenal técnico y humano, bajo mi punto de vista excesivo, para carroñear a su gusto y al de sus descerebradas audiencias.
Siempre he pensado que si una persona pierde su cerebro por alguna circunstancia no tiene por qué sentirse apenado sino todo lo contrario, debe estar contento-a porque las cadenas generalistas dedican buena parte de su programación a este tipo de individuos.
Desaparecen miles de niños en el mundo, mueren miles de niños diariamente, pero el caso Madeleine es diferente: padres sospechosos, proyección mediática (el Papa, varios futbolistas y clubes ingleses han apoyado a los padres), investigación policial llena de suspense + marujas desocupadas es igual a audiencia millonaria.
Según he leído, algunos especiales informativos se han centrado en el hecho informativo, pero el tono general ha sido el de meter el dedo en la llaga, en el morbo, en el bordear la sordidez cuando no entrar a saco en ella.
Busco en Blog Search y la página de resultados me sorprende: una desaparición como otra cualquiera que está llenando de contenido miles de medios de comunicación. ¿Por qué tanto interés en un caso cuya investigación sigue su curso y culminará cuando toque? ¿Por qué no le dedican tanto interés a desapariciones como la del niño grancanario Yeremi?
Reconozco que no soy morboso y que me duele enormemente el sufrimiento de cualquier niño. Quizás por ello siento ganas de vomitar cada vez que se busca audiencia con este tipo de hechos que por una u otra razón son la delicia de un buen número de engendros sádicos.
La imagen del buitre la encontré en Lycos.
Las televisiones se han puesto las botas estos días y han desplegado un arsenal técnico y humano, bajo mi punto de vista excesivo, para carroñear a su gusto y al de sus descerebradas audiencias.
Siempre he pensado que si una persona pierde su cerebro por alguna circunstancia no tiene por qué sentirse apenado sino todo lo contrario, debe estar contento-a porque las cadenas generalistas dedican buena parte de su programación a este tipo de individuos.
Desaparecen miles de niños en el mundo, mueren miles de niños diariamente, pero el caso Madeleine es diferente: padres sospechosos, proyección mediática (el Papa, varios futbolistas y clubes ingleses han apoyado a los padres), investigación policial llena de suspense + marujas desocupadas es igual a audiencia millonaria.
Según he leído, algunos especiales informativos se han centrado en el hecho informativo, pero el tono general ha sido el de meter el dedo en la llaga, en el morbo, en el bordear la sordidez cuando no entrar a saco en ella.
Busco en Blog Search y la página de resultados me sorprende: una desaparición como otra cualquiera que está llenando de contenido miles de medios de comunicación. ¿Por qué tanto interés en un caso cuya investigación sigue su curso y culminará cuando toque? ¿Por qué no le dedican tanto interés a desapariciones como la del niño grancanario Yeremi?
Reconozco que no soy morboso y que me duele enormemente el sufrimiento de cualquier niño. Quizás por ello siento ganas de vomitar cada vez que se busca audiencia con este tipo de hechos que por una u otra razón son la delicia de un buen número de engendros sádicos.
La imagen del buitre la encontré en Lycos.
3 comentarios:
Comparto totalmente tus preguntas. Además, hasta dinero han recibido.
En Alemania también suceden estas desapariciones lamentables y nunca se ha visto algo parecido.
Creo que ni al mismo Hitchcock se le hubiese ocurrido una trama tan escalofriante como esta.
Saludos!
Berenice
Hoy dedico la viñeta al circo este...
saludos
Muy sugestivas preguntas. Para pensar.
En mi blog también he publicado una reflexión sobre el inusual tratamiento informativo del caso:
http://carlosjaviergalan.blogspot.com/2007/09/el-caso-madeleine.html
Un saludo.
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