El viernes, aparte del secuestro de El Jueves, también se produjo otra gran pérdida, la del viñetista y humorista gráfico argentino Roberto Fontanarrosa que, por cierto, también publicó durante algún tiempo sus viñetas en El Jueves.
Tuve la gran suerte de conocerlo y de compartir con él toda una semana mientras representaban algunos de sus guiones y cuentos en formato de café teatro y monólogos. Trabajaba en la radio por aquel entonces y tuve también el placer de entrevistarlo un par de veces.
Fue una semana muy intensa en la que nos veíamos todos los días y tuve la oportunidad de conocerlo un poco mejor de lo que aparecía sobre él como figura pública y estelar que era.
Me pareció un buen hombre, un tío legal. Estaba muy alejado del endiosamiento del que se rodean algunos artistas triunfadores e incluso cuando se acercaban a él para pedirle autógrafos se sentía algo turbado.
Los actores que interpreban sus obras lo ponían por las nubes en sus presentaciones y él siempre decía que exageraban y lo decía sinceramente. Era demasiado modesto. Recuerdo que durante aquellos días me comentaba durante algunos de los pasajes que éste o aquel cuento lo habían cambiado totalmente y lo que había escrito él como tragedia, los actores lo habían modificado hasta tal punto de convertirlo en comedia. Pero le daba igual. Era así de generoso.
También recuerdo que me decía que a los que se dedicaban al humor siempre se les pedía que tuvieran el día o el momento gracioso y que eso no ocurría siempre o más bien en contadas ocasiones.
He querido esperar unos días para dedicarle unas cuantas líneas, mucho menos seguramente de lo que él merecía, pero no soy muy dado a escribir despedidas. Sólo puedo decir que tuve mucha suerte al conocerlo.
Sin duda, un personaje entrañable.
Lamento mucho la muerte de este gran hombre y mejor ser humano. Hasta siempre, Roberto.
Tuve la gran suerte de conocerlo y de compartir con él toda una semana mientras representaban algunos de sus guiones y cuentos en formato de café teatro y monólogos. Trabajaba en la radio por aquel entonces y tuve también el placer de entrevistarlo un par de veces.
Fue una semana muy intensa en la que nos veíamos todos los días y tuve la oportunidad de conocerlo un poco mejor de lo que aparecía sobre él como figura pública y estelar que era.
Me pareció un buen hombre, un tío legal. Estaba muy alejado del endiosamiento del que se rodean algunos artistas triunfadores e incluso cuando se acercaban a él para pedirle autógrafos se sentía algo turbado.
Los actores que interpreban sus obras lo ponían por las nubes en sus presentaciones y él siempre decía que exageraban y lo decía sinceramente. Era demasiado modesto. Recuerdo que durante aquellos días me comentaba durante algunos de los pasajes que éste o aquel cuento lo habían cambiado totalmente y lo que había escrito él como tragedia, los actores lo habían modificado hasta tal punto de convertirlo en comedia. Pero le daba igual. Era así de generoso.
También recuerdo que me decía que a los que se dedicaban al humor siempre se les pedía que tuvieran el día o el momento gracioso y que eso no ocurría siempre o más bien en contadas ocasiones.
He querido esperar unos días para dedicarle unas cuantas líneas, mucho menos seguramente de lo que él merecía, pero no soy muy dado a escribir despedidas. Sólo puedo decir que tuve mucha suerte al conocerlo.
Sin duda, un personaje entrañable.
Lamento mucho la muerte de este gran hombre y mejor ser humano. Hasta siempre, Roberto.
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