El título fue durante algún tiempo el nombre de una sección que tenía en un programa de radio. Evidentemente era metafórico, pero en algún momento pensé que sería una gran idea que algún fabricante vendiera televisores con hacha incorporada en un costado para poder destrozarlos en caso de emergencia.
Ahora pasan días y días e incluso semanas que ni siquiera la enciendo. Tengo mi propia televisión que me programo a la carta, cuando yo quiero, con lo que me gusta y sin la interminable sucesión de anuncios repetitivos hasta la náusea de productos o servicios que no usaré en mi vida. O no la veo cuando no me apetece verla.
Compadezco a esos especímenes curiosos de humanos cuya evolución vital se reduce a nacer, crecer, ver la televisión, bajarse algún politono y morir.
Da la impresión que tienen la absoluta certeza de que en algún momento de sus pobres vidas pondrán algo interesante y por ello pasan horas y horas de guardia frente a la licuadora de cerebros catódica para estar frente al altar en el momento que se produzca el milagro.
Y si has llegado hasta aquí, quizás pienses: Bueno, ¿Y este tío para que nos cuenta todo esto? Y tendrás toda la razón. Pero quería hacer una pequeña introducción y mira por donde vamos ya.
Por lo visto la audiencia se está comenzando a fragmentar y, cada día que pasa, más y más ciudadanos recuperan sus enfermizos cerebros, los lavan con Fairy y los comienzan a usar definitivamente. Y en vez de vegetar delante del altar, deciden lo que les gusta, lo buscan y lo ven.
Todo esto era para ponerte el enlace a un debate muy interesante que leí en El Mundo sobre las nuevas formas de usar la televisión.
Por cierto. Soy usuario probador o betatester de la nueva plataforma de televisión JOOST y me ha llegado un E-mail para que invite a amigos-as para que prueben el sistema. Como es por invitación, si quieres que te envíe una de ellas, me mandas un E-mail a esperantia@gmail.com y la pruebas.
Algo absolutamente recomendable también es Docu TVE, una apuesta inteligente para personas con cerebro.
Ahora pasan días y días e incluso semanas que ni siquiera la enciendo. Tengo mi propia televisión que me programo a la carta, cuando yo quiero, con lo que me gusta y sin la interminable sucesión de anuncios repetitivos hasta la náusea de productos o servicios que no usaré en mi vida. O no la veo cuando no me apetece verla.
Compadezco a esos especímenes curiosos de humanos cuya evolución vital se reduce a nacer, crecer, ver la televisión, bajarse algún politono y morir.
Da la impresión que tienen la absoluta certeza de que en algún momento de sus pobres vidas pondrán algo interesante y por ello pasan horas y horas de guardia frente a la licuadora de cerebros catódica para estar frente al altar en el momento que se produzca el milagro.
Y si has llegado hasta aquí, quizás pienses: Bueno, ¿Y este tío para que nos cuenta todo esto? Y tendrás toda la razón. Pero quería hacer una pequeña introducción y mira por donde vamos ya.
Por lo visto la audiencia se está comenzando a fragmentar y, cada día que pasa, más y más ciudadanos recuperan sus enfermizos cerebros, los lavan con Fairy y los comienzan a usar definitivamente. Y en vez de vegetar delante del altar, deciden lo que les gusta, lo buscan y lo ven.
Todo esto era para ponerte el enlace a un debate muy interesante que leí en El Mundo sobre las nuevas formas de usar la televisión.
Por cierto. Soy usuario probador o betatester de la nueva plataforma de televisión JOOST y me ha llegado un E-mail para que invite a amigos-as para que prueben el sistema. Como es por invitación, si quieres que te envíe una de ellas, me mandas un E-mail a esperantia@gmail.com y la pruebas.
Algo absolutamente recomendable también es Docu TVE, una apuesta inteligente para personas con cerebro.
La imagen la encontré en Atractor
2 comentarios:
En vez de un hacha los televisores deberína llevar una bomba nuclear y cuando alquien pusiera un programa de esos de mierda que tanto abundan, BOOOOOMMM! explotara y todos a tomar por culo.
En ese caso Corpi, con toda la basura que ponen, el mundo se acabaría en unas horas.
Un abrazo
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