Para esto están desarrollando un mosquito genéticamente modificado que es resistente a la malaria.
En las pruebas de laboratorio, números iguales de mosquitos "salvajes" y genéticamente modificados se alimentaros de una rata infectada por la malaria.
Al reproducirse, una mayoría de los mosquitos "transgénicos" sobrevivió.
Después de nueve generaciones, el 70% de los mosquitos pertenecía a la variedad resistente a la malaria.
Lo que se ha demostrado por primera vez es que los mosquitos que han sido modificados genéticamente para ser resistentes al parásito de la malaria tienen en realidad una ventaja comparativa frente a sus primos, estos mosquitos modificados no sólo sobrevivían más tiempo, sino que también ponían más huevos, lo que permitiría lograr un control mas rápido de la enfermedad
Los científicos también insertaron un gen de proteína fluorescente en los mosquitos transgénicos, lo que hizo que sus ojos brillasen con color verde.
Esto les permitía determinar con facilidad la presencia de los mosquitos modificados genéticamente en el experimento.
Aún se está muy lejos de empezar a introducir este tipo de mosquitos al medio ambiente donde se desarrollan.
En todo caso, los científicos afirman que si esto llega a implementarse el impacto sobre el ciclo de la malaria será tal que al parásito le será mucho más difícil restablecerse tras ser erradicado de su vector, en este caso, el mosquito anófeles.
La malaria es endémica en algunas partes de América del Sur, de Asia y de África.
En América Latina, datos publicados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indican que la malaria afecta anualmente a entre 350 y 500 millones de personas en todo el mundo, de ellas, apenas un millón pertenecen al continente americano.
Este nuevo avance de la transgénesis, que es tan vieja como el mundo, da otro espaldarazo a los detractores de esta técnica aducen, que hasta el día de hoy no se ha podido demostrar con bases científicas que sea algo perjudicial a la especie humana o al medio ambiente.
Rodolfo Coricelli
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