lunes, 13 de noviembre de 2006

Otitis aguda externa

El sábado empecé a notar alguna molestia y por la noche el dolor ya era muy fuerte y decidí irme a urgencias. La espera fue mínima y me atendieron muy bien. Me dedicaron todo un minuto. Realmente no necesitaba más. No lo digo irónicamente porque no fue necesario ni un segundo más.

No tengo ninguna queja del servicio. Los profesionales de la sanidad deben hacer ingentes esfuerzos para resolver los problemas que le plantea cada día la consejera de la rama (dice algunas cosas que muchas veces da la impresión que vive en un árbol).

El diagnóstico fue rápido y claro: Otitis águnda externa. Y el tratamiento también fue sencillo y, según la doctora, efectivo: antibióticos y anti-inflamatorios.

Cualquier tipo de medicina que entra en mi cuerpo inmediatamente consigue su efecto porque yo no me automedico y la mayoría de las pequeñas dolencias que tengo, me las curo con alimentación adecuada.

Siempre he creído que debemos permitir operar al sistema defensivo del organismo y dejar que haga su trabajo y no se aburra mientras observa como los medicamentos resuelven sus problemas.

Es como si preparamos unas fuerzas armadas por si nos atacan y cuando esto ocurre, llamamos al ejército suizo para que nos resuelva el problema.

Al no estar acostumbrado, la medicación me deja muy debilitado y estoy todo el día en cama, somnoliento y con los horarios absolutamente trastocados.

Y ¿por qué hablar de una enfermedad? Supongo que a todos nos gusta contar nuestras batallitas sanitarias y además quedaba recurrente en estos días que tengo que estar reposando en camita.

No he perdido el tiempo, desde luego. Estoy viendo Los Soprano, una serie muy bien hecha y que te recomiendo absolutamente. Además es mucho mejor ilustrar esta sucesión de palabras con un fotograma de la serie que de un oído interno.


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