Hace tiempo que dejé de usar el famoso Microsoft Office por tres razones fundamentales: Ocupa un montón de espacio, es un coladero de virus y existe Open Office que es gratuito, abierto, funcional y no me crea ni la décima parte de los problemas del Word y sus adlateres.
Lo malo de este cambio es que tienes que lidiar con los fundamentalistas de este programa de ofimática tan difundido y te encuentras con situaciones en las que tienes que demostrarles que lo bueno, gratuito, funcional y vérsatil es mucho mejor que lo deficiente, caro y problemático.
Ya he arrojado la toalla. Cada cual que use el programa que más se ajuste con su forma de vivir, de pensar y de trabajar. Pero me cabrea que nos miren como bichos raros a los que usamos, en la medida de nuestras posibilidades, software libre.
Todavía recuerdo el cambio de voz del técnico de Telefónica, cuando los llamé para que me resolvieran una avería y al decirme que abriera el Explorer le dije que yo no lo usaba. Por su reacción debió pensar algo como "Ya me ha salido el típico listo que en vez de ser una oveja estabulada más en el rebaño y usar el Explorer, usa esos programas anarquistas"
...Y volviendo al tema que nos ocupa, sin embargo, los problemas llegan cuando alguien que trabaja en la Administración sigue tus recomendaciones e instala Open Office en su casa, mientras en su trabajo, léase Autonomía, Ayuntamiento o Gobierno Central, siguen tirando el dinero en software caro, malo, cerrado y, en muchos casos, repelente.
Lo de Güindous lo dejaré para otra ocasión porque hoy quiero centrarme en el Word. Tampoco hablaré del Messenger, esa lacra de la sociedad moderna.
Resulta que gente que tiene que trabajar en una Consejería, pongamos por ejemplo la de Educación, se encuentra con un montón de ordenadores arcaicos con diferentes tipos de word, de Windows, sin que los encargados, encuentren el momento de ponerlos al día. El resultado es el lógico. Ficheros que el procesador del Open Office lee perfectamente tienen que pasearse por ordenadores con ejemplares de Word arcaico y no funcionan, lógicamente.
¿Y qué ocurre? Que las culpas se las lleva el procesador del Open Office, cuando en realidad es todo lo contrario.
Con los que nos gobiernan no se puede contar porque la informática, como hemos podido comprobar con las últimas decisiones en este sentido, no es algo que conozcan, a pesar de que legislan sobre ello alegremente, pero los ciudadanos deberíamos exigir a nuestras administraciones que dejen de gastar tontamente el dinero en software encarcelado y apuesten por el software libre como ya han hecho las administraciones de Extremadura y Andalucia, según tengo entendido.
La imagen es el logo de Microsoft Word, propiedad de Microsoft Corporation. El tío que aparece ahorcado, no es de Microsoft. Lo dibujó Juan Ramón Mora.
Actualización: Parece que la Administración Central se ha caído del guindo y va a impulsar el uso del software libre de la mano de la Junta de Extremadura, según acabo de leer en El País.
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