Creo que si yo fuera un criminal abyecto y cometiera un crimen execrable, lo peor que podrían hacerme sería condenarme a compar en centros comerciales durante varias horas al día. Si a esa pena le añadieran el tener que ver la televisión otra parte del día, creo que haría lo posible para que me fusilaran desde el primer momento.
Curiosamente y contra toda lógica y pronóstico medianamente normal, al común de los mortales estas dos atrocidades que para mi son verdaderos suplicios les apasionan y a ellas dedican buena parte de su tiempo.
Estos días comienzan en todo el mundo las jornadas más orgásmicas para los compradores y compradoras más enganchados y más viciosos. En España, como somos más "listos", y sabemos que el trabajo es una lacra, hemos colocado estratégicamente el día 6 de Diciembre como fiesta de la Constitución que enlaza con la fiesta de la Inmaculada el día 8, lo que significa que para un avispado funcionario, con un par de bajas estratégicamente colocadas en el calendario de diciembre, puede pasarse todo el mes de vacaciones,lo que le permite dedicar muchas más horas a visitar demoniacos centros comerciales. En el arte del escaqueo, somos unos águilas.
¿Y qué suele comprar la gente en esa vorágine consumista? Un alto porcentaje de cosas inservibles que no necesitan, pero que a través de la caja tonta, les han hecho creer que son utensilios y servicios vitales para su subsistencia.
Los supermercados y puestos de alimentación merecerían otro epígrafe aparte, pero me lo voy a ahorrar con un par de apuntes: Se compran alimentos nocivos para la salud en cantidades industriales para darle alas al colesterol y a la obesidad, gastos que tendrán que incrementar a partir de enero para neutralizar los excesos cometidos a través de medicamentos y dietas menos letales.
Algunos ingenuos creen que pueden cargar sus carros con colesterol, productos cancerígenos y grasas para tumbar a un buey, pero que si añaden leche desnatada con Omega 3, se neutralizan los efectos y no engordarán.
No soy ejemplo de nada ni para nadie, pero con el tiempo he aprendido a comprar lo que necesito, alimentarme más o menos naturalmente y evitar excesos infernales que acercan peligrosamente a la muerte o en el caso del consumismo más exacerbado a la locura.
En la imagen un centro comercial que encontré al azar. ¿No observas el parecido con las galerias de una cárcel cualquiera?
No hay comentarios:
Publicar un comentario